Inundaciones en España: como interactúan la DANA, el suelo, el mar y la corriente en chorro

08.11.2024

El cambio climático ha intensificado el fenómeno meteorológico de la DANA, desatando lluvias torrenciales en el este y el sur de España. En algunas zonas de la Comunidad Valenciana, las precipitaciones superaron los totales anuales en un solo día, alcanzando los 400-500 mm. Los observadores, sobre todo los especialistas en ciencias de la tierra, se habrán percatado de la tonalidad marrón óxido opaca del agua que corría por las calles en un torrente inquietante de color chocolate – prueba evidente de la extrema erosión del suelo aguas arriba. Esto es el resultado de siglos de explotación de los recursos naturales, que al principio sólo afectaba al medio ambiente, pero que ahora revela las consecuencias más profundas de la erosión de los cimientos mismos de nuestra civilización. En este post comparto algunas reflexiones sobre el suelo y las fuerzas atmosféricas que han transformado este acontecimiento de la DANA en una crisis humanitaria.

Texto y fotos: Kathelijne Bonne.

¿Una DANA qué es? Este fenómeno meteorológico español tan comentado se traduce como «depresión aislada en niveles altos». Son masas de aire que se originan en lo alto de la atmósfera y se desprenden de la corriente en chorro, conocido en inglés como jet stream, la banda estrecha de vientos fuertes que se desplaza en la tropopausa. Las DANAs afectan a la Peninsula ibérica sobre todo en otoño. Provocan lluvias torrenciales, tormentas y frío. Debido al cambio climático, se producen con más frecuencia y son más severas. También se utiliza el término gota fría, tomado literalmente del alemán Kaltlufttropfen, aunque en España se ha convertido en un término paraguas para referirse a cualquier episodio de precipitaciones intensas.

El choque de una DANA con el aire aún cálido (después del verano) y húmedo sobre el mar Mediterráneo, provoca lluvias torrenciales, que son aún más intensas en un país montañoso como España: el aire que se ve obligado a ascender se enfría y el vapor se condensa. Además, el Mediterráneo está mucho más cálido de lo habitual, lo que aumenta la evaporación y la humedad, añadiendo así pólvora a los fenómenos como la DANA.

Un río en el Mediterráneo tras las lluvias de otoño en los viñedos del interior. La tierra roja es arrastrada hacia el mar (foto: Kathelijne Bonne).
Un río en el Mediterráneo tras las lluvias de otoño en los viñedos del interior. La tierra roja es arrastrada hacia el mar (foto: Kathelijne Bonne).

Erosión del suelo

Cuando las lluvias torrenciales azotan tierras de cultivo baldías, las capas superiores del suelo son arrastradas. La erosión en cárcavas, en surcos, y laminar, juntos con las crecidas repentinas, causan daños irreversibles. La capa superficial del suelo (que siempre es la más fértil) acaba en los embalses, en las orillas de los ríos y en el mar.

Y en el reciente fenómeno meteorológico de finales de octubre de 2024, acabó en forma de barro en calles, pueblos, aparcamientos subterráneos y casas. Los voluntarios que se dirigen a pie a las zonas más afectadas, armados con cepillos, cubos y fregonas, librarán una batalla contra el barro y la «suciedad». Pero en realidad, esta suciedad es «tierra buena», un elemento esencial que ya no puede contribuir a la restauración ecológica ni a la producción de alimentos.

Río rojo en el Mediterráneo. Resultado de la erosión del suelo tras las lluvias de otoño. (Foto: K.B.)
Río rojo en el Mediterráneo. Resultado de la erosión del suelo tras las lluvias de otoño. (Foto: K.B.)

España, con su gran variedad de suelos, ha sufrido una grave erosión del mismo durante décadas, perdiendo una media de 1,4 millones de toneladas de suelo al día, resultado de siglos de deforestación y agricultura depredadora. La tala sistemática de árboles comenzó con los romanos y continuó con la expansión del Imperio español, cuando se necesitó madera para la construcción naval. En épocas posteriores, el crecimiento demográfico y el auge de la agricultura industrial contribuyeron a una mayor tala.

El relieve de España es montañoso y su clima semiárido, lo que la hace especialmente susceptible a la erosión del suelo. El arrastre de enormes volúmenes de tierra ha llegado a crear nuevos accidentes geográficos debidos enteramente a la erosión antropogénica como las terrazas fluviales y los deltas.

El resultado es un paisaje interior yermo y sin vegetación durante gran parte del año, que deja el suelo expuesto y vulnerable a los implacables efectos de la lluvia, el sol y el viento. Como el suelo ha perdido su coherencia interna, también se ha vuelto vulnerable a la erosión eólica. En otro artículo sobre España se mencionaba el Dust Bowl en Norteamérica, también resultado de la deforestación, el arado excesivo y el despojo total del terreno. 

Los olivares y los almendros, entre otros, son especialmente preocupantes. La tierra sobre la que se asientan los árboles está completamente desnuda, sin apenas hojas de hierba que la protejan del impacto de las precipitaciones o la sequía.

Olivar. No hay vegetación que cubra el suelo. (Provincia de Cuenca, España. Foto: K.B.)
Olivar. No hay vegetación que cubra el suelo. (Provincia de Cuenca, España. Foto: K.B.)

Naturaleza como aliada

La degradación del suelo ya es preocupante de por sí porque repercute en la producción de alimentos. Y en lugar de un aliado, el interior estéril de la península ibérica se transforma en un enemigo: se ha convertido en una fuente de polvo y barro que puede arrastrar a las zonas pobladas, las infraestructuras y las tierras de cultivo situadas aguas abajo.

Para apreciar plenamente todos los riesgos, hay que contemplar la situación desde la perspectiva de las cuencas fluviales. Todo el litoral español está urbanizado y situado aguas abajo de una zona interior elevada y degradada. Para proteger las zonas urbanizadas a lo largo de las costas, las infraestructuras resistentes al clima o un sistema de alerta más eficaz serán de ayuda, pero también hay que recuperar la vegetación natural en las cuencas fluviales. No podremos luchar eternamente contra la naturaleza, debemos abrazarla como nuestra aliada.

La reforestación y una agricultura más sostenible son cruciales. La vegetación natural actúa como una esponja, rompiendo el impacto y el poder erosivo de las precipitaciones y la escorrentía. Y cuando el suelo se regenera, la materia orgánica y la biodiversidad aumentan, haciendo que el suelo sea más esponjoso, lo que favorece la infiltración y la retención del agua.

Permitiendo que crezcan franjas de naturaleza (bosques, arbustos, hierbas) entre las tierras de cultivo, se retiene el agua y los arbustos sirven de cortavientos. Los cultivos principales deben alternarse con un cultivo de cobertura, como trébol, veza, centeno, avena o alfalfa, para que la tierra nunca quede en barbecho. Deben restaurarse humedales naturales como Doñana y La Albufera (Valencia), devolviéndoles su capacidad de amortiguación. El curso natural y las llanuras de inundación de los ríos deben tenerse en cuenta a la hora de planificar infraestructuras y viviendas. Cualquier planificación de la resiliencia debe considerar la totalidad de las cuencas hidrográficas que discurren hasta las divisorias de aguas en las montañas.

Mejorar la resiliencia humana y de las infraestructuras por sí solo es como tirar agua al mar, en todos los sentidos.

Furia de hormigón

¿Aprenderán algo los responsables políticos de esta DANA? La naturaleza y el clima han ocupado siempre un lugar secundario en la agenda política, sobre todo hasta el año 2000, y las organizaciones ecologistas suelen ser percibidas como molestias que obstaculizan el crecimiento económico. En mi municipio de Torrelodones, cerca de Madrid, la conciencia medioambiental sería casi inexistente, si no fuera por la presencia de activistas entregados. Promotores inmobiliarios intocables están transformando paisajes antaño salvajes en irreconocibles páramos de hormigón, con pavimentación y asfaltado en auge. Los «mejores» logros de políticas locales reflejan la comodidad de los automovilistas creando más espacio de aparcamiento y construyendo nuevas vías de acceso donde antes prosperaban los espacios verdes.

Torrelodones, sólo es una de las muchas localidades españolas presas de la furia del hormigón. Donde está la nueva pasarela ya había un paseo, pero bordeado de hermosos pinos (Foto: Asociación Torreverde).
Torrelodones, sólo es una de las muchas localidades españolas presas de la furia del hormigón. Donde está la nueva pasarela ya había un paseo, pero bordeado de hermosos pinos (Foto: Asociación Torreverde).

Torrelodones es sólo un caso de una tendencia más amplia que se da en toda España. En las costas, la situación no es distinta. La expansión urbanística masiva y descontrolada es evidente, entre otros en la Costa Blanca.

Costa urbanizada de España (Calpe) (foto: K.Bonne)
Costa urbanizada de España (Calpe) (foto: K.Bonne)

Exceso de coches

Y mientras reflexionaba sobre la devastación de Valencia mostrada en los medios de comunicación, no pude evitar fijarme en los innumerables coches dañados, amontonados en calles inundadas. Puede que en algunos coches aún haya personas dentro. Los aparcamientos subterráneos se han convertido en tumbas para algunas de las víctimas.

Pero las escenas de coches ocultan otra verdad incómoda de mayor envergadura: el abrumador exceso de coches que hemos llegado a aceptar como normal, e incluso como símbolo de prosperidad, puede conducir en última instancia a la perdición.

Mis impresiones sobre los coches pueden parecer fuera de tema, pero en realidad abordan el quid de la cuestión. Es por ellos que se produce tanto hormigón, asfalto y pavimentación, creando trampas mortales, impidiendo que la lluvia y el agua de las inundaciones se filtren en el suelo e impidiendo que el suelo preste sus servicios ecosistémicos esenciales.

Casi lo olvidamos, pero las emisiones de los coches, entre otras, acaban por calentar el clima, intensificando las catástrofes naturales.

Corriente en chorro y DANA

Ahora que hemos vuelto al clima, veamos los orígenes del fenómeno de la DANA. Se origina en la Corriente en Chorro polar, la cinta transportadora atmosférica que recorre la troposfera a gran altura. La corriente en chorro separa el aire frío polar del norte del aire caliente del sur. Fluye de oeste a este a través del planeta como un río serpenteante.

El tiempo en Europa está determinado en gran medida por la corriente en chorro, pero también hay otros factores, como el comportamiento de la atmósfera sobre el océano Atlántico. Por encima de las Azores y de Islandia hay dos grandes sistemas de presión atmosférica «fijos»: la «Alta de las Azores», alrededor de la cual gira el aire en el sentido de las agujas del reloj, y la «Baja de Islandia», alrededor de la cual gira el aire en sentido contrario. El conjunto de estos sistemas se conoce como Oscilación del Atlántico Norte. La corriente en chorro serpentea entre estas grandes «ruedas motrices», impulsando depresiones y perturbaciones hacia Europa.

La corriente en chorro a veces tiene que desviarse cuando algo bloquea su trayectoria, como ocurrió a finales de octubre de este año (2024). Una zona de alta presión muy estable, denominada «alta de bloqueo», se encontraba estacionaria sobre Europa Central, lo que provocó un tiempo despejado en octubre. La corriente en chorro no pudo superarla y dio un rodeo por el norte del bloque.

Pero un trozo de la corriente en chorro quedó aislado y se desprendió: así ya tenemos una DANA. Luego, se aísla de la corriente general y se desvía hacia el sur. A continuación, se dirige hacia la Península Ibérica, choca con el aire cálido del Mediterráneo, que lo ha sido mucho más y produce más humedad de lo normal. La humedad se condensa.

Se abren las compuertas del cielo.

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En este artículo he cerrado los ojos ante el sufrimiento de la población afectada, pues las palabras fallan. Pero como el aspecto humano ya está ampliamente cubierto en los medios de comunicación, intento ver las cosas en un contexto más amplio. El sufrimiento aquí no difiere del de otras catástrofes climáticas en todo el mundo. Las inundaciones combinadas con la erosión del suelo han golpeado a una escala mucho mayor y con mayor frecuencia en otros países (especialmente los más pobres). Pienso en Pakistán (2022), Nigeria (2022), Bangladesh (monzón amplificado, 2022, 2023), Chile (2023), India (2023). Pero Italia (2023), Grecia (2023), Canadá (2023) y Estados Unidos (2024) tampoco escaparon a las turbulencias climáticas.

Mis pensamientos vuelven a Valencia. Sólo conozco a dos habitantes por su nombre, Yulka y Kylu, dos belugas blancas en el Oceanogràfic. ¿Estarán a salvo en su tanque que, en realidad, está justo en medio del antiguo cauce del río Turia? ¿No invita todo esto a la reflexión? ¿No pertenecen al mar? Deberían ser devueltas al mar, para que en tierra podamos intentar resolver nuestros propios problemas.

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La salinización del suelo es otra forma de degradación del suelo, que también afecta a España. O puedes leer sobre el papel del nitrógeno, sobre los suelos negros en Ucrania y cómo soportan la guerra, o sobre la sequía en el parque nacional de Doñana. El Mediterráneo ya se evaporó en el pasado, averigüa cuáles fueron las repercusiones. Mencioné las belugas blancas (y ballenas con patas) en los artículos sobre el planeta azul y sobre la empatía hacia los animales. O, si prefieres leer algo más alentador, lee mi reciente post sobre cómo prosperó y evolucionó la vida en tiempos del gran continente Gondwana.

Fuentes

Kathelijne Bonne, 2022, NoodweerBenelux, Overstromingen in Pakistan gevolg van klimaatverandering.

Kathelijne Bonne, 2022, NoodweerBenelux, De Noord-Atlantische Oscillatie vastgelegd in jaarringen.

García‐Ruiz, José M., The effects of land uses on soil erosion in Spain: A review. Catena 81 (2010): 1-11.

Lander van Tricht, 30/10/2024, NoodweerBenelux: Hogedrukblokkade boven Europa.

Kimberly Nicholas, 2022, The Conversation, 12 best ways to get cars out of cities – ranked by new research.

Cristina Crespo Garay, National Geographic, 1 nov 2024, ¿Qué es una DANA y por qué es cada vez más frecuente en España?

Karl Mathiesen, Aitor Hernández-Morales and Zia Weise, Politico, 30 oct 2024, Spain's 'monster' floods expose Europe's unpreparedness for climate change.