Lapislázuli: de Tutankamón a los talibanes
Hace 100 años que se abrió la tumba de Tutankamón. Por ello, he querido revisitar algunos aspectos del tesoro más famoso del mundo: la máscara funeraria de oro del faraón adornada con piedra de lapislázuli azul. Escribí sobre ello en uno de mis primeros artículos de GondwanaTalks, pero ahora vamos a utilizar Tutankamón como punto de partida para resumir el papel del lapislázuli en la historia y en el mundo moderno.
Autora: Kathelijne Bonne. Edición española: Silvia Zuleta Romano.
El lapislázuli de Tutankamón procede de las minas de Sar-i-sang, que son las más antiguas del mundo. Se remontan a más de siete mil años atrás. Sar-i-sang, literalmente las cumbres de piedra, se encuentra en el Hindu Kush, actual Afganistán, a casi cinco mil kilómetros de Egipto. De ahí que la máscara funeraria refleje no sólo la gran destreza artesanal de los egipcios, sino también su extensa red comercial. De hecho, las minas eran un importante centro de producción del comercio de la Ruta de la Seda y una fuente de las piedras preciosas más finas y raras.
La minería en el Hindu Kush continúa hasta hoy, pero está controlada por los talibanes. Desgraciadamente los ingresos del lapislázuli se utilizan para financiar la guerra y la opresión. En este artículo he querido tratar, más brevemente que en mi primer artículo, la historia natural del lapislázuli, su uso en la historia y su mala gestión en la actualidad.
Las minas de Sar-i-sang
El Hindu Kush es una cordillera escarpada de Asia Central. Está formada por cadenas montañosas alargadas y paralelas atravesadas por profundos valles. Las minas de Sar-i-sang están situadas en el valle del río Kokcha, en un ramal de la Ruta de la Seda que conectaba las civilizaciones de Asia, Oriente Medio, África, Europa y Extremo Oriente, y que se utilizó durante miles de años. El lapislázuli, la cornalina, los rubíes, el ámbar y otras bellezas se transportaban a través de esta región mediante caravanas.
Hoy en día también hay fuentes de lapislázuli en Italia y Chile, entre otras, pero se cree que el Hindu Kush era la principal o única fuente en la antigüedad.
Sacerdotes, reinas, y los grandes maestros
En la antigüedad, el lapislázuli simbolizaba el cielo lleno de estrellas, y los altos sacerdotes lo utilizaban para todo tipo de ceremonias místicas. No es de extrañar, ya que su color es de un azul insondable y suele tener motas doradas. El nombre viene del persa lahzward, que significa azul o cielo. El lapislázuli es en realidad una piedra compuesta por tres minerales: lazurita, que aporta el color azul, pirita, las motas doradas, y calcita, las motas blancas. Cuanto más intenso sea el azul, más valioso será.
El lapislázuli se utilizaba mucho en Mesopotamia y Egipto. En forma de polvo, se utilizaba como pigmento, incluso para la sombra de ojos de Cleopatra. La piedra llegó a Europa a través de los griegos y los romanos. Los pintores europeos la utilizaron como materia prima para el color ultramar, literalmente 'del otro lado del mar'. En un momento dado, el lapislázuli era más caro que el oro. La Joven de la Perla de Vermeer está pintada con un pigmento derivado del lapislázuli de las minas de Sar-i-Sang.
Brebaje de piedras preciosas raras
Los minerales inusuales o raros se crean a menudo en entornos geológicos complejos, como en Afganistán. Su relieve accidentado y sus numerosas riquezas naturales son testigos de un pasado natural turbulento. El lapislázuli se forma cuando la piedra caliza se pone en contacto con el magma caliente.
La caliza que acabaría formando la piedra azul de Afganistán, ya era inmensamente antigua. Fue depositada en el fondo marino por bacterias, hace más de dos mil millones de años. Mucho más tarde (en el Jurásico), el interior de Asia Central se elevó debido a la colisión de algunas placas tectónicas. En realidad, varios pequeños continentes, es decir, islas del tamaño de Madagascar, chocaron, creando las altas montañas que vemos hoy en Asia.
Afganistán se encuentra en medio de todos esos continentes aplastados, por lo que en realidad es un gran rompecabezas formado por varios bloques. Los bloques están separados entre sí por grandes fallas. Al tratarse de zonas débiles de la corteza terrestre, los ríos se atrincheran profundamente en ellas, formando valles alargados. Las minas de Sar-i-Sang también están situadas en un valle de este tipo, casualmente donde también se encontraba la antigua piedra caliza.
Fue entonces cuando comenzó un periodo de actividad volcánica. El magma se elevó a lo largo de las fallas y los fluidos hidrotermales calientes se colaron por las fracturas de la caliza. La roca fundida reaccionó químicamente con la caliza, creando un rico brebaje. El brebaje se enfrió y cristalizaron nuevos minerales, formando un yacimiento rico en minerales llamado skarn. El lapislázuli es una de las muchas piedras preciosas que se encuentran en el skarn.
Lapislázuli: un mineral de conflicto
El lapislázuli es uno de los muchos tesoros de Afganistán. Pero, desgraciadamente, los afganos de a pie no se benefician de él. El mineral azul de las minas más antiguas del mundo alimenta ahora el terror y la represión. En 2016, el lapislázuli fue etiquetado como mineral de conflicto después de que la organización de apoyo Global Witness publicara un informe. Según ellos, la región del lapislázuli (provincia de Badakshan) es una prioridad estratégica para los talibanes, ya que se embolsan unos 20 millones de dólares al año, lo que permite que su poder crezca. China, y también los países occidentales, han resultado ser buenas salidas para el preciado lapislázuli.
Además, el pueblo afgano está sentado sobre billones de dólares si se suman todos sus recursos, incluidos el petróleo, el gas y el litio. Con esos ingresos, Afganistán podría convertirse en un país próspero, pero la corrupción, la represión y el extremismo impiden que esas perspectivas se desarrollen, y mucho menos de forma no contaminante y respetuosa con los derechos humanos.
El lapislázuli se tiñe de rojo
Las zonas mineras siguen siendo lugares de conflicto, ataques y violencia. Ahora que Afganistán ha vuelto a estar en manos de los talibanes desde 2021, no se dispone de nueva información. Sólo una cosa es cierta.
En nuestros tiempos, el lapislázuli se tiñe de rojo al mancharse de sangre.
Con esta historia en mente, pido a la gente que no compre lapislázuli. Admírenlo en los museos, en los tesoros de arte, en las pinturas y en los museos de historia natural. Aunque el lapislázuli proceda de otras partes del mundo, hay pocas posibilidades de que la extracción se haya hecho respetando los derechos humanos y/o dejando la naturaleza intacta.
Lee más sobre los minerales y cristales que se venden en todo el mundo en este artículo de Roseanne Chambers: La paradoja de los cristales curativos.
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Fuentes:
- GondwanaTalks, 2019, Lapislázuli: La huella del tesoro azul.
- Global Witness, 2016, Afghanistan's famous lapis mines funding the Taliban and armed groups, new investigation shows.
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Article written by Kathelijne Bonne, geologist and soil scientist. I also write on Good Climate News.
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