Mi pequeño momento con Jane Goodall: un encuentro improbable
La leyenda viva Jane Goodall estuvo en Bélgica a principios de diciembre, en una de las muchas paradas que lleva haciendo desde los años ochenta para concienciar sobre la importancia de la conservación de la naturaleza y la protección de los animales en todo el mundo. Como voluntaria, ayudé a organizar la cena de gala "Una noche de esperanza", en la que ella era la invitada de honor. Pero como había muchos voluntarios y participantes deseosos de conocer a Jane, no estaba segura de que fuera a ocurrirme a mí. Pero, inesperadamente, los astros se alinearon y surgió la oportunidad de conocer a Jane Goodall cara a cara. Pero, ¿cómo se cruzaron nuestros caminos y cómo empezó mi colaboración con el Instituto Jane Goodall?
Autor: Kathelijne Bonne. Foto superior: Jane Goodall el 2 de diciembre de 2022 ante un aula llena (Square Brussels), foto: Uli Schillebeeckx. Edición española: Silvia Zuleta Romano.
Jane Goodall es la primera bióloga conductista y conservacionista que en los años sesenta, con apenas 26 años, empezó a estudiar a nuestros parientes más cercanos, los chimpancés, en Tanzania. Aportó un soplo de aire fresco al polvoriento y autoritario mundo de la ciencia del comportamiento. Porque los eruditos pensaban entonces que los animales no tenían emociones como los humanos, y que éstos estaban muy por fuera e incluso por encima de la naturaleza. Pero Jane no sabía nada de eso, afortunadamente, porque no había cursado estudios universitarios (la mayoría de las mujeres no lo hacían entonces, acababa de haber una guerra y estudiar era caro). Ella demostraría su valía forjando caminos diferentes y rompiendo muchos tabúes sobre las relaciones entre el ser humano, los animales y la naturaleza.
Las Trimates
Recuerdo la primera vez que supe de la existencia de Jane. Eso fue en los años noventa, cuando yo era una adolescente contrariada que veía la televisión estirada en el sofá.
La valiente colega de Jane, Dian Fossey, era más conocida entonces, y llegó a mi conocimiento gracias a la película Gorilas en la niebla, una de mis favoritas. Trágicamente Dian fue asesinada en 1985. Aunque ya no podía continuar su trabajo, en muchos aspectos era igual a Jane. Sus cartas publicadas revelan un profundo respeto por sus queridos gorilas, una mente abierta y un inigualable sentido del humor.
Entonces Dian Fossey no era la única dama de los grandes simios. Ahí descubrí que también había una dama de los chimpancés: ¡Jane Goodall! (y no olvidemos la experta de los orangutanes: Biruté Galdikas). Conocidas como las Trimates, o ángeles de Leakey, las tres fueron puestas a trabajar con los grandes simios por el antropólogo Dr. Louis Leakey.
La mirada de Jane
Aquella vez que la vi en la tele, - ¿podría haber sido hace ya casi 30 años? - la ahora mundialmente famosa mujer de la coleta estaba en un barco en el lago Tanganica. Navegaba en algún punto entre la Reserva de Gombe Stream, el lugar donde estudiaba a los chimpancés salvajes, y la localidad de Kigoma, la base desde la que se abastecía Gombe. Pero Jane apartó la mirada de la orilla del lago. Miró en otra dirección, al otro lado del agua, con la mirada llena de inquietud. Porque en las laderas, antaño verdes y exuberantes, cada vez había menos bosques. Los mismos habían sido talados y ella no quería ver ese páramo. Y Gombe, entonces ya un parque protegido, se había quedado en sólo una isla de bosque cuando antes formaba parte de un gran cinturón de selva tropical.
Trabajo de campo en Tanzania
También a mí me gustaban los animales desde la infancia y pensaba que iba a estudiar medicina veterinaria. Pero para mi 18 cumpleaños, mis padres me regalaron un libro: "Vida: una biografía no autorizada, una historia natural de los primeros cuatro mil millones de años de vida sobre la tierra", de Richard Fortey, paleontólogo del Museo Británico. Este libro abrió un nuevo mundo en mi cabeza... y entonces elegí la Geología como carrera universitaria.
En 2002, conseguí una beca para hacer trabajo de campo para mi tesina de fin de curso en Tanzania. Esto se debía a que estaba fascinada con el Rift de África Oriental, que moldea a los paisajes impares de África Oriental, y donde los Leakey habían hecho sus grandes descubrimientos antropológicos.
Me dirigí a la cuenca del Rukwa, en la región de Katavi, en el profundo oeste de Tanzania, tras cinco inolvidables días de viaje en jeep desde Dar es-Salaam durante los cuales vi gran parte del país, y por la misma carretera que Jane había recorrido innumerables veces. En la enorme cuenca del Rukwa, aprendería sobre la geomorfología, las fallas tectónicas y las fluctuaciones del nivel del agua del gran lago Rukwa. Porque antaño, los lagos Rukwa y Tanganyika formaban un lago gigantesco (volveré sobre ello en otro artículo).
Tras el trabajo de campo, estudié imágenes satelitales y fotografías aéreas. Pero, ¿qué vi allí? Además de las estructuras geológicas, había algo más que no podía ubicar: líneas rectas tachadas por otras líneas más cortas, perpendiculares entre sí. Demasiado cuadrado y recto para haber crecido orgánicamente. ¿Qué era eso?
Garras en la piel de la tierra
Me di cuenta de que en realidad sabía lo que eran esas líneas: vías de acceso por las que podían entrar y salir grandes aserradores y camiones para talar árboles y llevarse los troncos, probablemente de forma ilegal.
Parecía como si una bestia hubiera clavado sus garras en la piel de la tierra. El desbroce de la selva que vi llevaba, por supuesto, décadas realizándose, y Jane había sido testigo directo de la transformación del entorno durante todo ese tiempo. Comprensiblemente, no quiso ver la tala de la selva y desvió la mirada. Pero había algo más en su mirada: determinación. Para entonces, ya estaba en plena acción contra el declive de la naturaleza en Tanzania y nada la detendría.
Jane abandona Gombe
Para dar alas a su llamamiento en favor de la conservación, en 1977 fundó el Instituto Jane Goodall (JGI) para proteger a los animales salvajes y sus hábitats, en colaboración con las comunidades locales. Jane sabía que la gente de Tanzania era pobre y se veía obligada a participar en la deforestación. Implicarles en las acciones de la JGI podría ayudar a cambiar las tornas.
Pero en una conferencia celebrada en Chicago en 1986, Jane se percató de la enorme escala de destrucción de la naturaleza en África y se dio cuenta de que sus chimpancés no tenían ninguna oportunidad. Dejó su trabajo de investigación en Gombe, su pequeño trozo de paraíso, para dedicarse de lleno a la conservación, la sensibilización y el activismo. Para ello, ha viajado por todo el mundo continuamente y sigue haciéndolo en la actualidad.
Mientras escribo, Jane, tras un intenso fin de semana en Bélgica, ya voló a la costa oeste de Estados Unidos, saltando de un estado a otro, dirigiéndose a la gente en salas abarrotadas, impulsada por la energía de darse cuenta de que está marcando la diferencia.
El JGI de Bélgica se fundó en 2005 y es una de las muchas oficinas del JGI en todo el mundo. En 2020 la directora general Anouska Plasmeijer me reclutó como voluntaria para ayudar JGI de Bélgica traduciendo y redactando para la organización.
Del petróleo al activismo
En otra vida, he trabajado en la exploración petrolífera en el Reino Unido y luego en traducción técnica durante un tiempo, pero tras esas experiencias industriales, quería contribuir a una causa más verde, conocer el mundo del activismo y colaborar con personas de ideas afines.
Como muchos geólogos y geofísicos 'de mi época', la exploración de combustibles fósiles nos ha absorbido cuando la economía estaba en auge. Como recién graduada, también me había dirigido a institutos de investigación como la FAO, pero han mantenido sus puertas cerradas de forma elitista a personas que sólo tenían una licenciatura y no un doctorado, mientras que las empresas de exploración nos recibían con los brazos abiertos y sin ningún tipo de papeleo complicado o burocracia. En la empresa Getech ayudé a reconstruir la paleogeografía del mundo, investigando la evolución de los sistemas fluviales, incluidos el Amazonas, el Zambeze, el Nilo y el Congo. Tuve que averiguar por qué el Níger hace una curva tan enorme en el Sahara. En resumen, fue chulo trabajar ahí, pero el objetivo final de toda esta investigación me carcomía: determinar la naturaleza y la distribución de los recursos petrolíferos. Aun así, me ayudó a comprender mejor la Tierra como sistema.
Y por suerte, Anouska necesitaba a alguien para JGI Belgium. Tras dos años trabajando juntas, anunció en el verano de 2022 que Jane Goodall venía a nuestro país. Junto con otros voluntarios, me llamaron para ayudar a organizar la cena de gala del 3 de diciembre en el Martin's Château du lac de Genval en Valonia.
¡Ve a verla ya!
Las expectativas y las tensiones eran muy altas desde hacía semanas. Además del trabajo preparatorio, me preocupaba mucho si podría hablar cara a cara con Jane o no, porque nadie podía prometerme si habría un huequecito para ello. El gran día amaneció, típicamente nublado, cogí el tren a Genval, trabajé preparando la sala y las mesas, cayó la tarde y empezó el evento. El tiempo durante la cena volaba y Jane siempre estaba ocupada. Esperaba que se acercara un momento a la mesa de los voluntarios, pero no lo hizo. La velada estuvo muy llena con discursos inspirados, una rifa, una subasta, y mientras tanto, también había que comer. Vacilante, me acerqué varias veces a la mesa de honor, pero siempre había gente arremolinada alrededor de Jane, así que volví silenciosamente a mi mesa. Además, se decía que Jane estaba agotada. Me rendí y acepté que mi oportunidad se había esfumado. Mejor aprovechar de la noche y centrarme en los demás, ya que había encontrado muchas otras personas maravillosas.
Pero entonces me topé con un par de damas de la junta directiva de JGI Belgium. Estaban de acuerdo en que Jane estaba muy cansada, pero me instaron a arriesgarme: ¡Ve a verla ya! ¡No te detengas! Asi que, y con las palabras de Jane misma en el fondo de mi mente "aprovecha cada oportunidad que se presenta", me armé de valor, me acerqué a Jane y me sentí a su lado. Que sea breve, dijo Tanya Pérez Echeverría, copresidenta de JGI Global, que vigilaba a Jane, lo que obviamente era necesario.
Gran conjunción
¡Qué momento! ¡Y qué ángel de verdad! Qué atenta y amable me miraba Jane mientras yo traqueteaba nerviosa y sonriendo ampliamente. Me miró directamente a los ojos y absorbió de buen grado la cascada de cosas que le dije. Se iluminó cuando empecé a hablarle de mis hijas, a las que también les gusta mucho la naturaleza y los animales, y juntos miramos un collage con una acuarela que habíamos hecho especialmente para ella.
Parpadeé y el momento había terminado, aturdida y llena de incredulidad por haber conseguido compartir un momento con Jane. Menos de 15 minutos después, en un abrir y cerrar de ojos, vi cómo la coleta de color plata de Jane desaparecía de la sala. El brazo protector de Tanya sobre sus hombros. Conmocionada y asustada, me di cuenta de que había estado casi a punto de no hablar nunca con Jane.
¡Qué suerte haberme encontrado con Els y Hege de la Junta, justo en ese momento! Como geóloga, sólo puedo describir su contribución con una metáfora planetaria: como Saturno y Júpiter en la Navidad de 2020, los planetas se deslizaban uno junto al otro y durante un brevísimo instante se produjo una gran conjunción, una ventana momentánea, un momento único, que yo capté.
¿Una santa?
Este verano escribí un artículo sobre una famosísima santa española, la Virgen del Rocío, que causa una gran peregrinación en el bonito pero contaminado Parque Nacional de Doñana. ¿Qué tiene que ver eso con Jane? Bueno, hay un paralelismo. Jane es una leyenda viva, casi una santa. No sólo por el trabajo que hace, sino por la forma en que interactúa con la gente, como he tenido el placer de experimentar yo misma.
En realidad, la Virgen del Rocío desciende de una mítica reina de las marismas de la época precristiana, una especie de señora de la naturaleza o madre tierra. Esta reina de las marismas pisó España hace miles de años con los fenicios, que la veneraban bajo el nombre de Astarté. Y para los egipcios se llamó Hathor. Y ahora volvemos al presente, e incluso al futuro.
Señora de los Animales
Cuando miro hacia el futuro, veo las consecuencias de la crisis climática acercándose, la biodiversidad colapsando, la sociedad temblando sobre sus cimientos y grandes grietas en la humanidad desarrollándose. Volveremos a la Edad Media y la gente exclamará '¡ojalá hubiéramos cuidado mejor la naturaleza!
Pero en tiempos oscuros, la gente se aferra a mitos, leyendas y santos. Y como Jane conmovió a tanta gente, quedará grabada en nuestra memoria colectiva, y su recuerdo se transmitirá a las generaciones futuras, que deberán construir una nueva sociedad. Nadie sabe si el nombre de Jane Goodall se conservará, pero al igual que la reina de las marismas, la leyenda permanecerá, y Jane ya lo es en vida.
Démosle entonces el honor de convertirse en la Señora de los Animales. Puede resultar descabellado, pero a veces es necesario un poco de misticismo en este duro mundo. Que la Señora de los Animales guíe entonces a la posteridad hacia tiempos mejores... pues para eso Jane trabaja hoy tan duramente y por lo que ha renunciado al trabajo con los chimpancés que más ama, y a su vida privada.
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Artículo escrito por Kathelijne Bonne, geóloga y científica del suelo.
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