Mujeres de la geología: Mary Anning y sus reptiles marinos
Menos prestigiosas que otras mujeres de la ciencia, como Marie Curie o Jane Goodall, son las mujeres que contribuyeron a la idea de que la historia de nuestro planeta es mucho más larga de lo que se creía posible. En trozos de roca, vieron los vestigios de un pasado lejano y brumoso, vislumbrando épocas remotas llenas de criaturas hoy extintas. Una de las primeras mujeres en la geología fue Mary Anning (1799-1847), la cazadora de fósiles de Lyme Regis, Dorset, en la costa sur de Gran Bretaña. Sin cromosoma Y y viviendo en una época en la que nociones de la evolución, la extinción y el vasto mundo fósil no eran aceptadas, se enfrentó a una feroz oposición dogmática. Como una roca en el oleaje, capeó con valentía las tormentas y mareas de su época. Sin embargo, las olas le dieron muchos golpes. Pero a veces, como es en el caso de Mary Anning, un trozo de roca que se fractura revela tesoros sin par que transforman nuestra forma de ver el mundo.
Texto: Kathelijne Bonne. Edición en español: Silvia Zuleta Romano.
Mary Anning vivió en una época en la
que las mujeres no podían ser naturalistas profesionales y mucho menos las pobres.
Antes del siglo XX, las mujeres no tenían acceso a universidades, academias o
panteones científicos como la Sociedad Geológica de Londres. Desde casa, como
hobby, o como ayudante de un padre, marido o
hermano, hacían su contribución, cuyo valor a menudo sólo se percibía después
de su muerte.
La pasión por la naturaleza se
inculca a una edad temprana, pero también ayuda crecer en un entorno espléndido
con una historia natural rica y accesible. Mary Anning tuvo ese privilegio.
Pasó su vida en el pueblo de Lyme Regis, en lo que hoy se conoce como la Costa
Jurásica, un tramo de la costa sur de Inglaterra donde los estratos rocosos del
Jurásico están expuestos a la vista de todos, en escarpados acantilados, las
contrapartes occidentales de los más conocidos acantilados blancos de Dover.
Como la Europa continental se había vuelto insegura debido a las guerras
francesas, los británicos más ricos eligieron su propio país para ir de
vacaciones. Lyme Regis se convirtió en un popular destino vacacional gracias a
la saludable brisa marina y a su riqueza en fósiles.
Mary Anning vivió justo en una época en la que se empezó a apreciar el verdadero valor de los fósiles, transformándose, de meras curiosidades, en objetos científicos indispensables para el avance de la biología y la geología.
Los reptiles marinos de la costa jurásica
Todo el Jurásico marino de Gran Bretaña se formó en el Tethys, el desaparecido océano global cuyos vestigios pueden rastrearse desde América hasta el Himalaya. La formación "Blue Lias" del Jurásico Temprano es especialmente rica en fósiles, y un lugar popular tanto para paleontólogos como para aficionados.
Sin embargo, la recolección de fósiles no está exenta de peligros, ya que el mal tiempo es el mejor momento para la búsqueda. Las tormentas y la lluvia provocan desprendimientos en los acantilados, lo que hace que las placas de esquisto y piedra caliza se desprendan y caigan en pedazos sobre la playa. Entonces quedan al descubierto fósiles frescos, que deben recogerse rápidamente antes de que las fuertes olas los rompen o las mareas los arrastren.
Mary, que procedía de una familia pobre cuyos otros ocho hermanos murieron a una edad muy temprana, ayudaba a sus padres y a su hermano Joseph Anning a recoger y vender fósiles como ingreso complementario, una necesidad que se convirtió en una ocupación a tiempo completo. Tenía grandes dotes de observación y aprendió a identificar, describir y dibujar fósiles, con lo que adquirió cierta fama como "fosilista".
Cuando tenía 11 años, en 1811, su hermano Joseph y ella descubrieron un esqueleto fósil casi completo de un gran dragón marino, más tarde llamado ictiosaurio, un enigmático reptil marino depredador. El animal se parecía a un delfín de gran tamaño y probablemente ocupaba ese nicho ecológico. En 1822 encontró un plesiosaurio y el primer pterosaurio fuera de Alemania. El plesiosaurio superaba toda imaginación. Tenía cabeza de reptil, cuello de serpiente y aletas de ballena. Los científicos londinenses se preguntaban con incredulidad si esta criatura podría haber existido realmente. Los Anning, sin embargo, no fueron invitados a las discusiones de alto nivel a las que asistía Georges Cuvier, que al principio pensó que el plesiosaurio era falso. Pero pronto admitieron su error.
El descubrimiento y las publicaciones de estos increíbles monstruos marinos hicieron que la evolución y la extinción fueran más difíciles de negar, lo que debió de ayudar a Darwin a forjar sus ideas.
Estos reptiles marinos descendían de
reptiles terrestres, que volvieron al agua a principios del Mesozoico, o incluso antes de la extinción masiva del Pérmico-Triásico. Así,
pasaron por una evolución
similar a la de las ballenas y los delfines en el Cenozoico, mucho
después. Las transiciones de la tierra al mar y viceversa se produjeron varias
veces en la prehistoria; los humanos y muchos otros mamíferos también presentan
rasgos que indican que en su día estuvieron adaptados a una vida en torno al agua.
Pero antes de que esto se acepte de forma generalizada, hay que derribar
algunas piedras ideológicas más.
Además de dinosaurios, Mary Anning encontró miles de criaturas marinas más pequeñas, como los amonitas, de los que hay muchas especies, todas sutilmente diferentes entre sí. A lo largo de las capas de roca, y por lo tanto del tiempo, hubieron distintos tipos de amonitas, lo que indica que las especies surgen, evolucionan y se extinguen. Esa idea ya había germinado por entonces, pero estaba lejos de ser ampliamente aceptada. Sólo 12 años después de la muerte de Mary, Darwin publicó su Origen de las especies (1859), que lanzó la teoría de la evolución a la arena pública (sin olvidar que Alfred Russell Wallace ideó la teoría de la evolución al mismo tiempo que Darwin, pero recibió menos crédito debido a su generosidad y falta de interés propio).
Hombres con y sin escrúpulos
Para disgusto de Mary, los científicos que buscaban su consejo y compraban fósiles en su pequeña tienda de Lyme Regis publicaban las descripciones sin mencionar su nombre. Como ocurría a menudo, el verdadero reconocimiento no llegó hasta el final de su vida y después de su muerte. El acto de morir parece imprendiscible para recibir el crédito y dar forma al mito.
Mary nunca fue admitida en la Sociedad Geológica de Londres, pero cuando enfermó de cáncer de mama y sus ingresos disminuyeron, acabó recibiendo una beca por sus contribuciones, que le ayudó a pagar cuentas normales y médicas. Su amiga Anna Pinney dijo:
"El mundo ha abusado de ella... Caballeros eruditos han exprimido su cerebro y han ganado mucho publicando obras cuyo contenido ella aportó, mientras que ella misma no obtuvo nada a cambio".
Por supuesto, no todos los hombres se llevaron el mérito. Recibió el apoyo de un amigo, el geólogo e ilustrador Henry de la Beche, que pintó uno de los primeros paleo-paisajes basado en los hallazgos y conocimientos de Mary. Le donó los ingresos de las copias. Entre sus corresponsales, compradores y asesores se encontraban conocidos científicos naturalistas, como Louis Agassiz, Roderich Murchison, Charles Lyell, Adam Sedgwick y Gideon Mantell. Este último fue el descubridor del iguanodon; un dino por el que mi pequeño país Bélgica recibió posteriormente cierta fama paleontológica. No somos gigantes como Estados Unidos y China con sus tiranosaurios pero tenemos nuestro propio Iguanodon bernissartensis.
Anningasaura lymense
La existencia de Mary Anning está ahora ligada para siempre a la comunidad de Lyme Regis, donde todo rebosa de paleontología. Las farolas de las calles tienen la hermosa enroscadura de los amonitas, y hay un museo dedicado a la fauna jurásica. Un plesiosaurio, el Anningasaura lymense fue bautizado con el nombre de Mary en 2012.
Pero siempre quedará una pregunta sin respuesta: ¿de qué magnitud habría sido la influencia de Mary Anning en la paleontología y en la visión del mundo, si las puertas que se abrieron para los hombres, también se hubieran abierto para ella? ¿Quizás igual a la de Darwin? ¿O de Jane Goodall? Se suele describir a Mary Anning como una vendedora, con una mente comercial. Pero no podía ser de otro modo. A diferencia de Darwin, que procedía de una familia rica, podía seguir sus pasiones y estaba en posesión de un cromosoma Y, Mary no pudo florecer plenamente como mujer de ciencia.
Pero sus esfuerzos sí dieron fruto, regaló a la humanidad un legado paleontológico sin parangón.
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Un dato curioso
Cuenta la leyenda que cuando Mary era una niña muy pequeña (poco más de un año), estaba al cuidado por tres mujeres, que presenciaban un evento ecuestre. Se pararon bajo un árbol. Cayó un rayo y las tres mujeres murieron. Mary sobrevivió milagrosamente. Su salud incluso mejoró. Esta pequeña anécdota no hace más que recordarme cómo los relámpagos, aunque mortíferos, elijen aleatoriamente a sus víctimas y aunque sean totalmente destructivos, son cruciales para la vida. Ya escribí sobre el papel que desempeñan los rayos en proveer la Tierra con elementos esenciales, sin los cuales la vida no podría haber surgido.
Lee más sobre el océano Tethys, que cubría grandes extensiones de Gran Bretaña en el Mesozoico. O sobre la tectónica de placas y cómo se formó la idea de los continentes a la deriva, también en el siglo XIX, y cómo tardó más de un siglo y la muerte de sus descubridores en ganarse la aceptación del público. Otro continente tethyano es Adria, parcialmente desaparecido, pero con sus últimos vestigios en la maravillosa Apulia (talón de Italia). El David de Miguel Ángel también puede considerarse un "hijo" de Tetis. El mármol de origen marino del que está hecho es de edad jurásica. Más sobre el mar y sus maravillas en mi post el Planeta azul, uno de mis artículos favoritas.
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Artículo divertido pero controvertido (igual que las ideas de Mary Anning, Darwin, Galileo, Wegener y otros):
Kathelijne: Como amante de la naturaleza y científica de la Tierra, me intriga cómo interactúan la vida, el aire, el suelo, las rocas, el océano y las sociedades en escalas de tiempo geológicas y humanas.
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La falta de escrúpulos sigue omnipresente en la investigación hoy en día. Escribí sobre algunos revisores en mi artículo sobre el río Zambeze.
Fuentes
Peggy Vincent pvincent@mnhn.fr & Roger B. J. Benson (2012) Anningasaura, a basal plesiosaurian (Reptilia, Plesiosauria) from the Lower Jurassic of Lyme Regis, United Kingdom, Journal of Vertebrate Paleontology, 32:5, 1049-1063, DOI: 10.1080/02724634.2012.686467.
Rhys Charles, 2021, Frozen in Time: Fossils of the United Kingdom and Where to Find Them, Trapeze, 256 p.
Mary-Claire Eylott, Natural History Museum, Mary Anning: the unsung hero of fossil discovery. https://www.nhm.ac.uk/discover/mary-anning-unsung-hero.html.
Foto arriba en el título: Durdle Door, Costa Jurásica (Saffron Blaze, Wikipedia).
Wikipedia: Mary Anning, Jurassic Coast, women in geology, Ichtyosaurus, Plesiosaurus, Lyme Regis, etc...